Aunque su origen es incierto, el paraguas es una invención muy antigua. Se sabe que en el siglo XII a. C. ya era usado por los chinos. Más tarde los asirios, egipcios, persas y romanos tuvieron influencia en la utilización de nuevos materiales en la búsqueda de conseguir combinar la utilidad con la elegancia.

paraguas

Durante mucho tiempo el paraguas fue visto como un objeto con significado sagrado, al punto de ser utilizado para cubrir las divinidades y la realeza en procesiones y eventos de gran significado espiritual.

Este aspecto de objeto "divino" llegó incluso al cristianismo.

En las ceremonias litúrgicas existían siempre dos paraguas que seguían al frente del Papa.

Uno de ellos, que iba abierto, simbolizaba el poder temporal y el otro, siempre cerrado, representaba el poder espiritual.

Los japoneses y los chinos son los que más contribuyeron a su adopción como un simple accesorio de protección para la lluvia y el sol, sin ningún valor social o divino asociado.

Es con esta función que el paraguas llega a Grecia y Roma, donde fue ampliamente usado como un accesorio femenino.

Durante la Edad Media el paraguas desapareció, apenas volviendo a reaparecer por altura del Renacimiento.

A pesar de su uso ser muy limitado, al que tampoco sería extraño el hecho de ser hechos en cuero y con pesados cables de madera, pudiendo llegar a los 2 kg de peso.

Pero a partir del momento en que los Jesuitas introdujeron la seda en la fabricación de los paraguas, todo cambió.

A finales del siglo XVII fue en la ciudad de París que se empezó a refinar el concepto de este accesorio: se mejoró el formato y se creó la distinción entre paraguas y sombrilla.

Esta nueva utilización dio origen a las sombrillas adornadas con bordados en seda, de aire muy ligero y que servían para dar algún recato a los rostros durante los paseos al sol.

Jonas Hanway fue el primer londinense, a caminar diariamente con un paraguas, que utilizaba para protegerse del sol y de la lluvia.

No será de extrañar que haya pasado su vida a ser ridiculizado por sus compatriotas.

Sin embargo, después de su muerte en 1786, los hombres ingleses comenzaron de forma gradual a salir a la calle de paraguas en la mano que, considerando los frecuentes días de lluvia en aquel país, se volvió casi un accesorio obligatorio.