Los collares anti ladridos evitan que el perro ladre cuando no tiene que hacerlo y sobre todo se utilizan cuando el dueño no está presente y no puede darle la orden de callar, pero aunque se trata de un aparato muy efectivo, nunca debe ponerse de forma continuada.

collar antiladridos

Los antiladridos o collares antiladridos son aparatos electrónicos que reconocen los ladridos del perro mediante un sistema que incluye un pequeño micrófono que recoge los sonidos y los procesa.

Cuando la centralita que procesa estos sonidos "escucha un ladrido" , el aparato hace que el collar vibre y esa mera llamada de atención hace que el perro reaccione y en determinada manera asocie la vibración con el ladrido.

El problema de los perros que ladran por nada

Si el animal ha cogido la mala costumbre de ladrar por nada, aumentará la frecuencia de ladridos en cuanto se quede solo, puesto que para el sea una llamada de atención o una manera de expresarse, cuando no esté su dueño lo hará mucho más y por tanto no podremos corregir su actitud si no estamos con él.

El hábito de ladrar se convierte en mala costumbre si no se le corrige y  poco a poco irá a más y continuará ladrando sin motivo, así que la misión del dueño o cuidador es socializar al perro y quitarle ese mal habito.

El problema se multiplica por dos cuando no estamos, ya que por una parte no podemos dar la orden de silencio ni recriminarle y por otra no sabemos cuanto tiempo estará ladrando o las molestias que estará ocasionando a los vecino.

Cuando un perro se comporta de esta forma, el remedio electrónico es de agradecer, pero el collar no puede ponerse de forma permanente, así que necesitaremos estar con el los primeros días, y solo colocarselo durante las horas nocturnas o aquellas en las que se produzcan estos ladridos sin sentido.

Días después el perro asociará la vibración y otras llamadas de atención con su comportamiento y en la mayoría de los casos dejará de ladrar mientras lleve puesto el collar, y poco a poco le podremos reducir las horas de vigilancia hasta que llegue el momento de quitárselo porque haya corregido su comportamiento.