La electrónica avanza a pasos agigantados y es capaz de crear dispositivos para cualquier cosa, para la casa, para el coche, para la seguridad , para un gimnasio o para el perro. Y es que con los chips de hoy en día, los ingenieros diseñan centralitas capaces de controlar todo o casi todo.

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Si la electrónica es capaz de controlar casi todo; ¿Controlaría el comportamiento de nuestro perro?

La respuesta es si, puesto que esa idea se le ocurrió al creador del collar educativo para perros cuyo uso está muy divulgado entre quienes saben que estos collares de adiestramiento no funcionan por sí solos sino con el uso responsable de los mismos.

Quien crea que un chip electrónico integrado en un collar es capaz de adiestrar a un perro es que sinceramente o no conoce como funcionan estos collares o cree que estamos en el año 3000, por que lo que es ahora, el collar de adiestramiento para perros se dirige con un mando a distancia que transmite las órdenes a la centralita del collar.

Así se usa el collar de adiestramiento canino

El collar es similar a los collares de cuero, nylon o plástico que les ponemos a nuestro perro para agarrarle con la correa, aunque en este collar electrónico para perros se ha incluido una centralita electrónica encargada de transmitir al perro varias señales.

Estas señales pueden ser electrostáticas, sonoras o vibratorias y todas están encaminadas a que el perro asocie la advertencia con lo que acaba de hacer. Por eso es muy importante que el collar sea de buena calidad para que estas órdenes sean inmediatas y lleguen al collar del perro en cuanto pulsemos algún botón del mando a distancia.

Lo primero que debemos hacer es colocar el collar a nuestro perro teniendo cuidado de no apretar demasiado ni dejarlo demasiado suelto, así que procuraremos que los terminales metálicos del collar hagan buen contacto con el cuello del animal y ajustar el cierre a la medida exacta del cuello del perro y como máximo unos tres centímetros de holgura, procurando siempre que el collar no se mueva del sitio por quedar demasiado suelto.

Después debemos acostumbrar al perro al collar así que nos aprovisionaremos de unas cuantas galletas para dárselas como premio cuando el perro nos obedezca.

De la misma manera que el perro asocia una galleta a un premio por hacer lo que el adiestrador le pide, debe asociar un grito del dueño o del adiestrador como una orden, de manera que cuando el perro oiga la voz se detenga de inmediato o deje de hacer lo que está haciendo.

Para comprender esto mejor, supongamos tres situaciones distintas en las que podemos regañar a un perro;

- El perro intenta salir de la parcela aprovechando que abrimos la puerta de la calle

- El perro intenta entrar en la casa sabiendo que no debe entrar si no se lo ordenamos

- El perro intenta morder a otro perro mas pequeño

En cualquiera de estos casos, el dueño llamará la atención del animal con un grito o voz imperativa, pero si nuestro perro llevara un collar de adiestramiento lo que haríamos en lugar de darle un grito, sería mandarle una señal de vibración.

Esa señal novedosa para el perro, por si sola es insuficiente para indicarle lo que tiene que hacer, por eso recomendamos que las primeras veces, la señal se transmita al mismo tiempo que regañamos al perro de manera habitual, con las mismas palabras.

De esta manera el animal enseguida asociará la vibración como una llamada de atención a su comportamiento.

Si tenemos la suficiente paciencia para entrenar a nuestro perro, posteriormente podemos estar seguros que cada vez que sienta una vibración , sabrá que le estamos regañando.

En cuanto a las señales de peligro para situaciones más críticas y peligrosas, creo que solo deben aplicarse cuando el perro esté acostumbrado y obedezca a esta señal, así que la explicaremos en un próximo post para que mientras tanto le demos al perro el tiempo suficiente para acostumbrarse al nuevo collar.