Si alguna vez has notado que el tiempo pasa mas deprisa a medida que te haces mayor, debes saber que esta percepción es muy común a pesar de que los minutos y las horas son las mismas que las de hace 10 años.

reloj de pared

A veces tenemos la sensación de que cada año transcurre bastante más deprisa que el anterior, y parece que cuando eramos niños el tiempo transcurría más despacio que ahora.

Esta sensación de que los meses vuelan es la misma que ocurre cuando el día se te pasa volando y de que te quieres dar cuenta ya has terminado tu jornada de trabajo o ya es de noche otra vez.

La causa de estas sensaciones

El tiempo es relativo, pero en las mismas condiciones es igual, así que basta con ponerte un reloj de muñeca y andar, correr o ir en ave a más de 200 kilómetros por hora y podrás comprobar que las agujas ni se atrasan ni se adelantan y el reloj marcará la hora correcta mientras funcione perfectamente.

Para entender lo que ocurre con esa fracción de tiempo que creemos que pasa demasiado rápido hay que saber que el tiempo no es solo un número que marca el reloj ni una hoja del calendario, puesto que esto es solo una forma de medirlo.

El tiempo no se dilata de un día para otro ni de un año a otro, así que para encontrar la respuesta al porque de la sensación que tenemos de que se nos pasan los años más rápidamente conforme nos hacemos mayores, hay que ver un ejemplo claro de una fracción de tiempo mas pequeña, o mejor veamos dos ejemplos distintos.

Primer ejemplo: la hora que se pasa volando

Marta y Lucía son dos hermanas gemelas, los mismos estudios, las mismas costumbres, los mismos horarios. Las dos llegan a casa del instituto, y mientras Marta hace las camas y recoge la habitación Lucía decide preparar una tarta para la merienda.

Aunque las dos están ocupadas, Marta está realizando una tarea habitual, y el tiempo parece correr en su justa medida, porque en su interior ya sabe lo que se tarda en hacer esas labores. Sin embargo Lucía después de leer las instrucciones de la levadura, la del horno y la de la receta, mira su reloj y ya se le ha pasado la primera media hora.

A Marta le transcurre el tiempo de manera correcta, a Lucía más rápidamente, pero solo es una percepción.

Segundo ejemplo: las tiendas vacías ralentizan el tiempo

Alberto es dependiente en una tienda. El día está lluvioso, es puente, hace frío y la gente no sale de casa, mira el reloj de pared y son las once y cuarto, cinco minutos más que la última vez que lo miró, las horas no pasan, la boca se le abre pidiendo permiso para bostezar, la música ambiental parece dormirle, está deseando que llegue la hora de cierre porque está cansado a pesar de no haber despachado casi nada.

Dos días después comienzan las rebajas, los clientes han llegado antes que Alberto y en pocos minutos despacha al primero y pregunta en voz alta "¿a quién le toca?" , en un abrir y cerrar de ojos cobra y atiende a un nuevo cliente y así se le pasa la jornada sin apenas haber tenido tiempo ni de mirar el reloj.

Cuando quiere darse cuenta ya es casi la hora del cierre, el día se le ha pasado volando.

Conclusión

En ambos casos, los protagonistas se han enfrentado a diversas actividades e incluso a la inactividad, el tiempo es simplemente una percepción de nuestro cerebro y por tanto cuando somos niños solemos esperar los cumpleaños, el curso no acaba nunca y las vacaciones no llegan, y cuando somos adultos ocurre lo contrario, las vacaciones están a la vuelta de la esquina y se acaba el año sin enterarnos.

Aún no sabemos con exactitud como medimos el tiempo, solo sabemos los segundos, minutos y horas que tiene un día, pero desconocemos como lo percibe nuestro cerebro, así que seguiremos interpretando el tiempo cada uno a nuestra manera.