Cuando hablamos de cuchillos tácticos nos estamos refiriendo a los cuchillos o navajas especiales tipo militar o de supervivencia de los que incorporan un compartimento para alojar útiles de emergencia, diseñados y fabricados para usarlos en condiciones especiales donde un buen cuchillo marca la diferencia.

Un buen cuchillo comienza con un buen acero, generalmente inoxidable obtenido de la aleación de acero con otros metales como el molibdeno muy utilizado en la industria cuchillera profesional, sobre todo para fabricar cuchillos tácticos de altas prestaciones.

El acero se suministra a los cuchilleros en forma de láminas, en el grosor que va a tener la hoja del cuchillo, y se corta mediante troqueles o cuchillas de corte con la forma exacta de la hoja.

Estas hojas son el alma de los cuchillos, y se colocan una a una en la máquina de vaciado, que es la encargada de amolar o dar la forma final a la hoja aunque después de montarla en el mango se procederá a un afilado más refinado, pues la forma que deja el vaciado no le confiere corte y es por esto mismo que se deben afilar al terminar el proceso de montaje aunque poosteriormente podremos mantener este filo con un afilador.

Los puños o mangos de estos cuchillos se fabrican en diversos materiales, desde madera natural, asta de ciervo o toro, polímeros y materiales plásticos, aunque algunos modelos de cuchillos se dejan sin revestir y se les troquela el mango para hacerlo más ligero por esa parte.

Generalmente los cuchillos con mango de acero son fabricados en una sola pieza y cuentan con doble filo, están perfectamente equilibrados y se les conoce también con el nombre de “lanzadores”.